
En fin, ofú, que iba diciendo. Quizá haya quien pueda pensar que perder
siempre duele, pero el caso es que, siendo del Betis, ya uno se ha acostumbrado
tanto a las derrotas que éstas ya no menoscaban el ánimo ni la fe de los que
seguimos creyendo que ser Bético es una de las pocas cosas serias serias que se
puede ser en España. (No quiero ponerme a argumentar esta última afirmación
recordando que vivimos en un país en el que se sigue aplaudiendo y venerando a
los miembros de una monarquía trincona, a ensotanados enjoyados a los que se
toma como referencia moral porque así lo ha querido un ser imaginario que los ha
designado como interlocutores de los pobres y desamparados o a profesionales de
la política que, con benevolencia, administran tu dinero para quedarse ellos
sólo con lo justo para vivir y mantener a algunas generaciones familiares aunque
se dé el caso de que, por lo que fuere, tuvieran que dejar de vivir de la
política; mientras, desde su superioridad y con tono condescendiente, te
recuerdan que has de hacer un esfuerzo algo mayor si quieres que te permitan
seguir disfrutando de todo eso que, eso sí, vas a seguir pagando. Creo que no es
éste el foro adecuado). Pero aun así, decía, que el dolor que producen las
derrotas y contra el que pensábamos estar ya vacunados, anestesiados, ese dolor
que se transmite por una parte del sistema nervioso que los béticos ya creíamos
totalmente atrofiado gracias a un nuevo paso de la evolución adaptativa (sería
materialmente imposible que la especie bética siguiera viviendo y
reproduciéndose para asegurar la supervivencia de la susodicha especie si
nuestro sistema nervioso no se hubiera vuelto indiferente a ese dolor), a veces
vuelve a mostrarse, aunque sea sólo para recordarnos lo que es ese sentimiento.
Ocurre cuando por dos semanas seguidas perdemos en el descuento. En el primer
caso, en casa y tras remontar un 0 - 2 tras nosecuantos miles de minutos sin
marcar un gol, y de repente llega en el descuento un especimen de no sé qué tipo
y pega un pelotazo desde 50 metros colando el balón justamente por todo el
manquepierda, y el segundo, tras remontar a domicilio, luego de una segunda
parte en la que el rival sólo pasa del medio del campo una vez, en el descuento,
para que le hagamos una falta cuyo lanzamiento al lado del
portero entra exactamente por el mismo sitio que explicamos anteriormente.
Estamos en pleno proceso evolutivo adaptativo, y probablemente, generaciones
posteriores de béticos, más adaptadas y más evolucionadas sean capaces de
sobrevivir mejor a este tipo de circunstancias. Pero a mí se me sigue escapando
un Ofú cuando me hacen vivir en estas extremas condiciones.
Ofú, es lo que pienso cuando me confirman mis antiguos compañeros de
trabajo que celebramos la típica reunión navideña el sábado 10, a mediodía,
cerquita del campo del Betis, para que los que queramos asisitir luego al Betis
- Valencia (20:00 horas) podamos hacerlo sin problemas. Ofú. ¿No podíamos haber
quedado en algún lugar aislado de los Picos de Europa? A poder ser, sin
cobertura para teléfonos móviles, al que no llegue la línea de teléfono, donde
no se sintonice ninguna emisora de radio, aislado por carretera y que no salga
en el Google Maps. A 25º bajo cero si hace falta. Creo que estoy más preparado
para adaptarme, con el mínimo dolor, a esas condiciones. Y además, así me ahorro
enterarme de si Cristiano Ronaldo ha cambiado de esmalte de uñas para las
vísperas de festivos, porque en el caso de producirse una nueva derrota del
Betis, como ya decimos, esta no va a doler.
Ofú.
Moraleja: Todos sabemos que volveremos el sábado al estadio con nuestra
ilusión intacta, sabiéndonos seguros de la victoria. Y allí estaremos.
POL.
ofú,que grande es ser bético y no todo el mundo puede serlo....
ResponderEliminarNo passsa nada. Manquepierda.
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