domingo, 27 de noviembre de 2011

Cronología de un domingo más

11.54am. (Informe de entrega: mensaje enviado). "Aquí estoy en el bar madrileño con la elástica verdiblanca..."
12.46pm. (Mensaje enviado). "0-0 al descanso. La Real ha fallado un penalty, pero no tiene mala pinta del todo..."
13.11pm. (Mensaje enviado). "0-1. Esto tiene muy mala pinta."
13.22pm. (Mensaje enviado). "0-2. A tomarporculo... Manque pierda!"
13.36pm. (Mensaje enviado). "1-2. Avé si hay manera."
13.38pm. (Mensaje recibido). "Iyo ya estoy viéndolo yo también en un bar."
13.41pm. (Llamada perdida, 2-2)
13.55pm. (Llamada entrante). "Iyo qué ruina, después de haber levantao a to los madrileños del bar creyendo que íbamos a remontar. En fin, es lo que hay, pero qué duro ha sido... Te llamo la semana que viene tio. Hasta luego!"

Y la cara de haber pasado una mala noche aun sin haberla pasado es lo único que podía ofrecer al camarero del Atleti que me ponía compasivo una copa de vino.
Aun así después de unas cuantas copas más acompañado de gente con la que, lucky me, no tenía que comentar el partido, me abría la chaqueta a pesar del frío para que se me viera la camiseta. Quizá esperando un "Viva el Betis manque pierda" que me sacara un poco de este maltrago, quizá esperando una sonrisa femenina que me sacara un poco más y mejor de este maltrago... Ni eso.
Ea, otro lunes más sin ver la parte final del telediario, sin leer la prensa deportiva. Porque cuando se vive en soledad se lleva peor. Me río yo del que dice "tú por lo menos no tienes que aguantar a los palanganas". Pero tampoco tengo un compañero-botellín-en-mano para comentar lo bonito que estaba la pradera verdiblanca esta mañana, y sus sinsabores...

 Aunque ser bético siempre tiene su recompensa. Una video-llamada via Skype con un bético afincado en París, aun con las trece barras:
11.23pm. (Llamando). "Jajajaja, ahí está er tio con la camiseta del Betis puesta. Me has alegrado el día!! Qué poquito nos hace falta a los béticos..." 

Wan iyo

lunes, 21 de noviembre de 2011

El Puerto


Nuevamente, una tarde aciaga para el Betis en lo deportivo, tras perder en Villarreal, de esas en las que lo normal sería que no volviera uno a casa, casi a la una del madrugada, un poco más bético de lo que salió allá por las doce del mediodía. Pero así ha sido. ¿Por qué? Pues, básicamente, porque hay predisposición a ello, por mucho que a veces queramos hacer ver que no es así.

En un día que uno elige para ir de paseo con unos amigos, lejos de la ciudad del Betis y sin que el tema futbolístico tenga nada que ver en el propósito del viaje, el Betis se aparece, esta vez detrás de una barra. Llegados más o menos temprano a El Puerto de Santa María (cuando decimos temprano no queremos señalar ninguna hora, que temprano, como casi todo, es un término muy relativo según quien lo use. Así pues, recojamos dentro del término temprano a esos momentos del día en los que alguno de los compañeros de viaje aún prefiere tomarse un café con leche antes que tomarse una cerveza) y en vista de lo desapacible del día (viento y lluvia), nos metemos en un pequeño bar ("El Chino"), donde una vez instalados en la barra, nos llama la atención una preciosa foto de unos jovencísimos

Capi y Joaquín celebrando un gol vestidos con el uniforme de las trece barras. Un poco más alla, la mítica camiseta del Betis, con el 17 a la espalda y el nombre de Joaquín, enmarcada, y adornada con una bufanda bética. Un rato después, aparece un joven, el camarero y entonces uno de los 4 que estábamos esperando se queda mirando al camarero y dice: "Quillo, este tío tiene toa la cara del Joaquín". Un rato después le pregunta, y resulta que sí, que es el hermano mayor de Joaquín. En vista del interés que ve que suscita, nos cuenta algunas anécdotas, nos enseña algún video que lleva en el móvil de la etapa en verdiblanco de su hermano pequeño, y nos revela alguna que otra curiosidad, como por ejemplo que él jugó en el Betis antes que el Joaqui (¡Qué bueno era y es!), y que de hecho, fue él el que llevó a su hermano a la ciudad deportiva del Betis por primera vez. Así, salimos de este pequeño santuario "joaquinista" como la vida misma, y aún, antes de volver de El Puerto nos da tiempo de ver a Oli, quien fuera combativo y sacrificado delantero de nuestro equipo, así como preparador del equipo filial, con lo que nos da tiempo de volvernos a la ciudad del Betis un poco más béticos de lo que salimos.


Eso sí, volviendo ya tarde, me acuerdo, "Hoy jugaba el Betis a las seis y son ya las 8 y pico, vamos a ver como ha quedao". Y sí, esta vez en Villarreal, hemos perdido. Pero ya se sabe, que al igual que cuando alguien señala al cielo, siempre hay un tonto que mira al dedo, cuando alguien señala al Betis, siempre hay un tonto que mira al marcador. Y está claro que el ambos casos no se enteran de nada.

martes, 8 de noviembre de 2011

Sir Walter Scott es verdiblanco

Sir Walter Scott
El 29 de mayo de 2005 el Betis jugó en Mallorca el último partido de aquella temporada de la liga regular. Empató a uno con gol de Marcos Assunçao y aquel resultado, acompañado por otros, nos dio la oportunidad de ser el primer club andaluz en jugar la madre de todas las competiciones: la Champions League. Aquella noche me acerqué a la Plaza Nueva de Sevilla para encontrarme con miles de béticos que llevaban años deseosos de celebrar algo. Allí vi de todo: viejos y jóvenes, béticas y béticos felices, banderas, camisetas y bufandas. Me llamó la atención ver un perro de tamaño mediano que llevaba enfundada una elástica verdiblanca. De repente, el señor que evidentemente era su dueño cogió el perro en brazos, como si jamás lo hubiera visto en su vida, al grito de “Es verdiblanco, el perro es verdiblanco”, lo cual provocó que los 50 béticos alrededor del perro bético se unieran a este señor y así estuvieron hasta que se hartaron.
Unos días después de aquello, un once de junio que quedará en la memoria de todos los béticos, el club de las trece barras derrotó a Osasuna en un duelo épico que se resolvió con un gol de un muchacho que decidió jugársela por su cuenta en vez de darle el balón al que ya había marcado el primer gol del choque y estaba destinado a ser ídolo bético Ricardo Oliveira. Diez minutos después el árbitro pitó el final del partido y el beticismo estalló de alegría. No sólo en el Vicente Calderón (¡Arriba, arriba, arriba…!) sino también en Sevilla y en muchos lugares del mundo, en tantos como béticos hay.
Cada uno lo celebró a su forma. Algunos tomaron las calles, otros sufrieron una bajada de tensión y otros se emborracharon sin luces. Aquí, en Edimburgo, hubo un bético que decidió acercarse a la principal calle comercial de la ciudad, Princes Street y no dudó en subirse al Scott Monument, uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad, dedicado al gran escritor escocés Sir Walter Scott. Pueden ver el resultado de este arrebato en la foto que acompaña este texto. Así podemos decir que, como el perro, Sir Walter Scott es verdiblanco.
Bético en el exilio

viernes, 4 de noviembre de 2011

¿Y si montamos una peña bética…?

Un domingo de noviembre de 2009 llovía, como no podía ser de otra manera, sobre la pradera de los Meadows. Un partido de fútbol entre amigos desconocidos, una gran ocasión para enfundarse la verdiblanca. Y vaya si llovía… Así que el encuentro se produjo en un pub de Edinburgh, porque no podía ser de otra manera.
Y porque no podía ser de otra manera los dos llevábamos la camiseta del Betis. Ese fue el primer encuentro entre Josemari y Juan. Y aun sin conocernos, esa camiseta transmitía respeto y tranquilidad. La tranquilidad de no estar solo a 2852 kms. de la ciudad del Betis.

Luego llegó el Jinglin´s Geordie, Blue Blazer, Gillespie, rojadirecta, The Antiquary, The Park, una pinta tras otra… Y en medio de esas, una noche de abril de 2010 en el Cuckoo´s Nest, apoyados en la barra llegó la propuesta:
- Illo Josemari, ¿montamos una peña bética?
- Sí, sí, claro, por supuesto.
- Pero en serio.
- Que sí, ¡que por supuesto!
- Jajajajajaja…

Los preparativos fueron en Caledonian Crescent, una visita al Consulado, unas llamadas a la Embajada, unas conversaciones con la Federación de Beñas Béticas, una copa de vino, un poquito de jamón de jabugo, un papeleo, unos contactos en Sevilla, un poquito de caña de lomo, otra copa de vino, muchas risas y “No busques más que no hay”. Porque de eso se trataba, de reírnos y disfrutar de ese beticismo que tan grande nos hace también más allá de las fronteras.

Y así quedaba inaugurada la primera peña bética del Reino Unido un 4 de Diciembre de 2010, entre paisanos, escoceses, mucha nieve, pintas, camisetas verdiblancas… y un par de compañeros y amigos que un dia se encontraron por Edinburgh y decidieron liarla.

Juan Morata

martes, 1 de noviembre de 2011

Empezamos

¡¡¡Amos allá!
Escribir el primer post del blog de la Peña Bética de Escocia no es un asunto sencillo ni banal para este que les escribe. Hubiera sido una tarea más sencilla en aquellos momentos en que el club se encontraba secuestrado, en los que la situación deportiva era exageradamente mala (o excepcionalmente buena), pero ahora, ¿qué contamos? Aunque en realidad, esta es una pregunta retórica, porque conociendo los gustos de, al menos, parte de la directiva de la Peña Bética, creo que tampoco se espera mucho análisis de la realidad del equipo de las trece barras, sino más bien, una mirada a esa otra parte der Beti, que a muchos, como por ejemplo a mí, es la que nos mantiene enganchados ar Beti pese a los continuos desengaños deportivos (pero continuos, 6 desengaños 6, de la ganadería de Ofúquébarbariá).
Ese otro Betis que podemos observar, sin irnos más lejos, en el minuto de silencio que se guardó antes del último partido en casa. Minuto de silencio presidido desde el centro del terreno de juego por Palmerín (esa mascota maravillosa que mantuvo la sobriedad, y al que todos pudimos adivinar la gravedad de su expresión durante los solemnes 60 segundos, aunque él olvidara que la máscara de su disfraz tiene la expresión fija y dibujada), o en noches como la de ayer, en las que recuerdo a un antiguo compañero de trabajo que contaba cómo entre su grupo de amigos ya se ha convertido en tradición celebrar una fiesta (o botellón) en casa de uno de ellos, que tuvo la suerte o la desgracia de llamarse Benjamín, y en la que nunca falta un invitado con la careta del antiguo accionista manolitario. Ese otro Betis, en el que cuando uno de sus delanteros falla el gol que debía darnos la victoria, a puerta vacía, sin oposición, sin nada más fácil que hacer que meterlo, en lugar de un grito de rabia, o de impotencia, nuestro amigo más bético, el que está a nuestro lado viendo el partido con el corazón encogido, deja pasar unos segundos en silencio y suelta un ¡¡Offffffffffffú!! con un tono socarrón que da por abortada cualquier posibilidad de no irse a tomarse una cerveza tras el partido para celebrar que hemos estado viéndolo, y que desde ahora, contamos con el orgullo de tener en nuestras filas al jugador que ha fallado el gol más difícil de fallar de toda la historia del fútbol. Al menos, hasta el domingo que viene. Ese otro Betis que es una parte y un todo de ese sentimiento verdiblanco que la Peña Bética Escocesa está consiguiendo exportar a las verdes y bellas tierras del whisky, el monstruo, el cardo, los tartanes y William Wallace.
POL.