Sir Walter Scott |
El 29 de mayo de 2005 el Betis jugó en Mallorca el último partido
de aquella temporada de la liga regular. Empató a uno con gol de Marcos
Assunçao y aquel resultado, acompañado por otros, nos dio la oportunidad de ser
el primer club andaluz en jugar la madre de todas las competiciones: la
Champions League. Aquella noche me acerqué a la Plaza Nueva de Sevilla para
encontrarme con miles de béticos que llevaban años deseosos de celebrar algo.
Allí vi de todo: viejos y jóvenes, béticas y béticos felices, banderas,
camisetas y bufandas. Me llamó la atención ver un perro
de tamaño mediano que llevaba enfundada una elástica verdiblanca. De repente,
el señor que evidentemente era su dueño cogió el perro en brazos, como si jamás lo hubiera
visto en su vida, al grito de “Es verdiblanco, el perro es verdiblanco”, lo
cual provocó que los 50 béticos alrededor del perro bético se unieran a este
señor y así estuvieron hasta que se hartaron.
Unos días después de aquello, un once de junio que quedará
en la memoria de todos los béticos, el club de las trece barras derrotó a
Osasuna en un duelo épico que se resolvió con un gol de un muchacho que decidió
jugársela por su cuenta en vez de darle el balón al que ya había marcado el
primer gol del choque y estaba destinado a ser ídolo bético Ricardo Oliveira.
Diez minutos después el árbitro pitó el final del partido y el beticismo
estalló de alegría. No sólo en el Vicente Calderón (¡Arriba, arriba, arriba…!)
sino también en Sevilla y en muchos lugares del mundo, en tantos como béticos
hay.
Cada uno lo celebró a su forma. Algunos tomaron las calles,
otros sufrieron una bajada de tensión y otros se emborracharon sin luces. Aquí,
en Edimburgo, hubo un bético que decidió acercarse a la principal calle
comercial de la ciudad, Princes Street y no dudó en subirse al Scott Monument, uno de
los monumentos más emblemáticos de la ciudad, dedicado al gran escritor escocés
Sir Walter Scott.
Pueden ver el resultado de este arrebato en la foto que acompaña este
texto. Así podemos decir que, como el perro, Sir Walter Scott es
verdiblanco.
Bético en el exilio
que gran entrada! me has hecho recordar lo bien que lo pasé aquel día. Por la mañana nos encontramos por casualidad con dos chavales de Pamplona que eran tobuenahente y nos fuimos a comer con ellos. Acabamos toda la tarde de pintas y viendo el partido juntos; se tomaron muy bien la derrota. Y lo mejor es que uno de ellos tenía toda la cara de Dani! La celebración en el pub abrazando a todos los escoceses (que acabaron echándome por llevar la camiseta del Celtic), visita a sir Walter y después celebración en el spionage hasta las 3am. Que gran día!
ResponderEliminarsaludos,
Bético retornado
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